viernes, 28 de marzo de 2008

Internet la mayor, pero mejor, explosión de la historia


Entre 1998 y 2002 se crearon 50.000 nuevas 'puntocom', el 48% sobrevivió, según el profesor Brent Goldfarb - En 2000 Internet arrastró a la crisis al resto de la economía, ahora podría suceder al revés
En 18 meses volaron del Nasdaq 4.400 billones de dólares. El periodo 2000-2002 constituye el mayor colapso bursátil en la historia del capitalismo industrial, escribe John Cassidy en su libro Dot.con La mayor historia jamás vendida.
Todo comenzó en 1995, con la salida a Bolsa de Netscape y su navegador. El pelotazo que dio inauguró la Era Puntocom. Durante cinco años el Nasdaq fue un chollo para los inversores, profesionales y aficionados. El índice subía cada año entre el 22% y el 39%. En el fabuloso 1999 subió el 85,6%. Una de cada tres familias con ingresos inferiores a 60.000 euros jugó en Bolsa por primera vez. Bastaba un clic. Habían nacido las webs financieras, como eTrade, que convertían la compra de acciones en algo personal, sencillo y, sobre todo, barato, sin casi comisiones.
A finales de 1999,
Ciberp@ís visitaba a Steve Wozniak, cofundador de Apple, en Los Gatos. Pese al nombre del pueblo, él sólo tenía perritos en una casa plagada de meadas y televisores encendidos con las cotizaciones bursátiles. Mientras disparaba obsesivamente un ambientador, Wozniak se escandalizaba por la escasa banda ancha de su pueblo que le retardaba la cotización. "La desigualdad empieza sólo con que te llegue la información un poco tarde", decía.
Cinco años de continuas subidas (1995-1999) tambalearon los cimientos del comportamiento humano, desde el humilde ahorrador hasta el prestigioso economista. Brotaron académicos que postulaban una nueva economía donde los intangibles estaban infravalorados. Es decir, que valían más promesas que hechos.
Bastaba añadirle puntocom a cualquier piltrafa para que pareciera oro. El profesor Michael Cooper estudió el fenómeno y concluyó que el valor de una empresa subía el 70% si a su nombre le añadía puntocom. En los años ochenta, el cambio de nombre de una empresa sólo reflejaba en Bolsa un aumento del 0,4%.
Ya con más distancia, los profesores Brent Goldfarb y David Kirsch, de la Universidad de Maryland, y David Miller, de la de California, desmontan unos cuantos tópicos de ese convulso periodo y sus mandamientos. Por ejemplo, el hacerse grande lo más rápidamente posible, no garantizó el éxito. Pero su conclusión más significativa es que frente a lo que se creía, la ratio de superviviencia de las puntocom cinco años después de su creación fue del 48%, un porcentaje similar a otros sectores económicos e incluso más alto que otros periodos de tecnologías emergentes. Lo que pasó es que sólo nos fijamos en las que salían a Bolsa, que no pasaron de 500, frente a las 50.000 empresas relacionados con Internet creadas entre 1998 y 2002. Sólo 8.500 recibieron fondos de capital riesgo, dice Goldfarb, y además capearon el temporal peor que las financiadas con dinero particular. Goldfarb concluye que el emprendedor de la era puntocom tuvo igual o mayor éxito que otros periodos de tecnología naciente como la del automóvil (1900), caucho (1905), o televisión (1950). La excepción fue la era de la penicilina (1943).
España también quiso jugar al bingo. Tarde y mal. Las grandes operaciones se hicieron en marzo de 2000 con la crisis encima. El Santander tiró 90.000 millones de pesetas en un banco virtual que se llamaba Patagon. El patinazo se habría perdonado si no hubieran tenido ya un banco virtual propio y que funcionaba, Openbank. Con los años, el Santander mató Patagon y recuperó Openbank.
Más costosa y tardía fue la ambición de la Telefónica de Juan Villalonga. En mayo del mismo 2000 quiso crear el mayor portal del mundo y para eso compró Lycos, el cuarto de Estados Unidos, que unido a Terra se iba a extender por 37 países. Pagó por la osadía 2,3 billones de pesetas. Luego se vendió por el 0,8% de lo pagado.
El estallido de la burbuja de las puntocom arrastró a toda la economía, a la de farol y a la real. Ahora es el caso contrario, la crisis de las hipotecas local de Estados Unidos va arrastrando en un juego de dominó inverso al resto de las fichas. Simplemente, la restricción de crédito ya crea una falta de dinero en las nacientes puntocom. Pero las circunstancias han cambiado.
El primer objetivo de las nuevas empresas no es salir a Bolsa ni comprar hangares gigantescos por si crecen. Se las apañan en un despacho; sus gastos de software (libre) son mínimos. Sí, es cierto, la publicidad sigue siendo la primera fuente de ingresos. Habrá crisis publicitaria, pero en ningún caso se llevará a tantas por delante. En los últimos seis meses las puntcom nacen y mueren casi como una regeneración natural. La crisis que venga no podrá con 1.300 millones de internautas.

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